Hay una tendencia profundamente preocupante entre los creyentes de hoy: sentir un llamado de Dios, pero continuamente postergarlo. Entonces, ¿cómo podemos cambiar esto?
Hay una tendencia profundamente preocupante entre los creyentes de hoy: sentir un llamado de Dios, pero continuamente postergarlo. Entonces, ¿cómo podemos cambiar esto?