“No temáis, porque yo os he redimido; Te he llamado por tu nombre; eres mía”. – Isaías 43:1, NVI
Hablando con un amigo hace poco, me contó parte de su historia. Dijo que había hecho algunas cosas en su juventud de las que se arrepentía. Era alcohólico y una noche volcó su coche mientras conducía. Sintió mucha vergüenza. Especialmente la vergüenza que sentía que le daba a su familia.
Cuando salió de la cárcel, regresó a casa para disculparse con su madre por avergonzarla a ella y a su familia. Lo que más quería compartir conmigo era cómo respondió su madre. Ella dijo: “Hijo, mientras estés en mi familia, nunca tendrás que sentir vergüenza porque te amo”.
¡Qué respuesta tan increíble de una madre amorosa a su hijo!
Si una madre finita puede ofrecer tanto amor y perdón a su hijo, ¿cuánto más puede hacerlo un Dios infinito? Nuestro Padre Celestial ofrece un amor mucho mayor que el que jamás podría ofrecer un padre humano. Cuando entregamos nuestros pecados y fracasos a Jesús, Dios nos perdona y ya no ve nuestro pecado. ¡Él nos ve tal como ve a su Hijo perfecto, Jesús! ¡Él nos llama por nuestro nombre porque nos ha redimido y somos suyos!
Unos pocos versículos más adelante, en Isaías 43:4, Dios nos dice que somos preciosos ante sus ojos, somos honrados y él nos ama. No hay amor más grande que el que Cristo hizo en la cruz por ti y por mí. ¡Él pagó completamente nuestra deuda de pecado en la cruz! Consuélate sabiendo que tu Padre Celestial te llama por tu nombre y te ama.
Desafío:
¿Sientes vergüenza o condenación por algo? Romanos 8:1 dice que ahora NO hay condenación para los que están en Cristo Jesús. Pídele al Señor que te libere de la culpa y la vergüenza sobre las que Él ya tiene victoria. ¡Esa victoria también es tuya!
"Así que ahora no hay condenación para los que son de Cristo Jesús… ¡La victoria es nuestra en Cristo que nos amó!” (Romanos 8:1, 37, NTV).